Hace unos días degusté de algo nuevo para mí. Una amiga me presentó por medio del Messenger otra amiga suya. Como yo soy un tarado para los asuntos del corazón y más para la cacería que hembra -he llegado a creer que sin un empuje y si por mí fuera estaríamos condenados a la extinción-, pensé que lo mejor sería enviarle a la sujeta ésta un e-milio en donde me presentaría como soy, o por lo menos lo intentaría. Así que cogí fuerzas de donde normalmente no tengo y le escribí. Le dije, palabras más, palabras menos, que yo soy un cualquiera que he escuchado algunas referencias de ella por una amiga; que me interesaría intercambiar caca dialéctica con ella; que si le no le parecía un babosos que me escribiera, o si no, me podía enviar al carajo cuando ella lo quisiera. Me esforcé como pocas veces y obtuve un buen resultado porque pocos días después apareció en mi MSN una invitación en la que aparecía el correo de ella para que nos pudiéramos charlar un poco por ese medio. Así que, como era