Los pensamientos de un cualquiera-20022008
Alex Esteban Martínez H.*
Hace ya seis años, en medio del repudio generado por la toma del un avión de Aires por parte de las Farc, se dió por terminado el proceso de paz con emprendido con dicha guerrilla por parte del gobierno del en aquel entoces Presidente, Andrés Pastrana.
La salida de 'Tirofijo', el 'Negro Acacio', el 'Mono Jojoy', y los demás guerrilleros de la zona de distensión, entregó a la opinión pública a los brazos del crítico más contundente de la negociación: Álvaro Uribe. Con su ascenso a la presidencia, las posibilidades de negociar el fin del conflicto se alejarían aún más.
Uribe, durante su mandato ha demostrado un doble racero: mientras negociaba con las autodefensas, cediéndoles una generosa porción del territorio en San José de Ralito, se descargaba contra las Farc señalándolas de terroristas y se escudaba en ese título logrado por el anterior mandatario para no negociar aún cuando los paras no entregaron ni un solo secuestrado.
Vociferaba, además, que concederle un centímetro a la guerrilla sería dar un paso atrás con su política de Seguridad Democrática; según parece, el que territorio que había (y sigue habiendo) debajo de los paras hace parte del territorio bajo el control del gobierno.
Y es que la forma guerrerista como se está dirigiendo el país no amerita un nuevo periodo de Álvaro Uribe. Su promesa de derrotar a las Farc en ocho meses no se ha cumplido, y a pesar de que el pueblo colombiano le dió 4 años más de 'ñapa', el fin de la guerra por medio de las armas en Colombia no es posible. Desde que la estructura de la sociedad no sea cambiada y se aseguren unos mínimos vitales para cada uno de los habitantes -tal como ahora se está haciendo con cerca de 40 mil reinsertados de las autodefensas-, no se podrá evitar que se unan más hombres a la interminable hoguera de la guerra. "Vi que la guerrilla iba a ser derrotada, pero no exterminada. Siempre habrá población y siempre iban a surgir de ella nuevos guerrilleros", aseguró un reinsertado de las autodefensas a Semana.
Además, el proceso de reinserción de los paras no tendrá feliz término porque nada más la idea de negociar con solo un grupo no lleva a nada. Si bien son, en palabras del Alto Consejero para la Reintegración, Frank Pearl, son cerca de "40 mil delincuentes menos", no hay cómo hacer sostenible la reinserción mientras se sigan cometiendo crímenes por parte de la guerrilla y, a falta de Estado, la única salida que tenga un campesino sea tomar las armas.
Por eso y porque la negación del conflicto, la fragmentación de la realidad económica de sus orígenes y la neglijencia en la atención de las víctimas, es fácil ver que Uribe siempre estuvo preparado únicamente para la guerra, pero ante una realidad tan compleja como la colombiana, nunca hay que cerrarle la puerta a la negociación. No tiene razón de ser enviar el Ejército a las montañas a exterminar a un grupo de campesinos hambrientos y necesitados de una verdadera presencia del Estado, quienes al fin de cuentas, son los guerrilleros. Tampoco tiene sentido reinsertar a los desertores del conflicto a una sociedad despedazada: semejante barbaridad es perpetuar el ciclo.
Está entonces en manos del pueblo colombiano tomar conciencia acerca de cuán lejanos estamos de la solución por las armas: es la negociación la única salida, así nos toque servirle mil veces hojas en blanco a 'Tirofijo' (o el que sea que represente a ese monstruo) para frenar la masacre.
*Autor del blog. Estudiante de periodismo.
Alex Esteban Martínez H.*
Hace ya seis años, en medio del repudio generado por la toma del un avión de Aires por parte de las Farc, se dió por terminado el proceso de paz con emprendido con dicha guerrilla por parte del gobierno del en aquel entoces Presidente, Andrés Pastrana.
La salida de 'Tirofijo', el 'Negro Acacio', el 'Mono Jojoy', y los demás guerrilleros de la zona de distensión, entregó a la opinión pública a los brazos del crítico más contundente de la negociación: Álvaro Uribe. Con su ascenso a la presidencia, las posibilidades de negociar el fin del conflicto se alejarían aún más.
Uribe, durante su mandato ha demostrado un doble racero: mientras negociaba con las autodefensas, cediéndoles una generosa porción del territorio en San José de Ralito, se descargaba contra las Farc señalándolas de terroristas y se escudaba en ese título logrado por el anterior mandatario para no negociar aún cuando los paras no entregaron ni un solo secuestrado.
Vociferaba, además, que concederle un centímetro a la guerrilla sería dar un paso atrás con su política de Seguridad Democrática; según parece, el que territorio que había (y sigue habiendo) debajo de los paras hace parte del territorio bajo el control del gobierno.
Y es que la forma guerrerista como se está dirigiendo el país no amerita un nuevo periodo de Álvaro Uribe. Su promesa de derrotar a las Farc en ocho meses no se ha cumplido, y a pesar de que el pueblo colombiano le dió 4 años más de 'ñapa', el fin de la guerra por medio de las armas en Colombia no es posible. Desde que la estructura de la sociedad no sea cambiada y se aseguren unos mínimos vitales para cada uno de los habitantes -tal como ahora se está haciendo con cerca de 40 mil reinsertados de las autodefensas-, no se podrá evitar que se unan más hombres a la interminable hoguera de la guerra. "Vi que la guerrilla iba a ser derrotada, pero no exterminada. Siempre habrá población y siempre iban a surgir de ella nuevos guerrilleros", aseguró un reinsertado de las autodefensas a Semana.
Además, el proceso de reinserción de los paras no tendrá feliz término porque nada más la idea de negociar con solo un grupo no lleva a nada. Si bien son, en palabras del Alto Consejero para la Reintegración, Frank Pearl, son cerca de "40 mil delincuentes menos", no hay cómo hacer sostenible la reinserción mientras se sigan cometiendo crímenes por parte de la guerrilla y, a falta de Estado, la única salida que tenga un campesino sea tomar las armas.
Por eso y porque la negación del conflicto, la fragmentación de la realidad económica de sus orígenes y la neglijencia en la atención de las víctimas, es fácil ver que Uribe siempre estuvo preparado únicamente para la guerra, pero ante una realidad tan compleja como la colombiana, nunca hay que cerrarle la puerta a la negociación. No tiene razón de ser enviar el Ejército a las montañas a exterminar a un grupo de campesinos hambrientos y necesitados de una verdadera presencia del Estado, quienes al fin de cuentas, son los guerrilleros. Tampoco tiene sentido reinsertar a los desertores del conflicto a una sociedad despedazada: semejante barbaridad es perpetuar el ciclo.
Está entonces en manos del pueblo colombiano tomar conciencia acerca de cuán lejanos estamos de la solución por las armas: es la negociación la única salida, así nos toque servirle mil veces hojas en blanco a 'Tirofijo' (o el que sea que represente a ese monstruo) para frenar la masacre.
*Autor del blog. Estudiante de periodismo.
Comentarios
Necesitamos sin duda una reforma al Estado y un poco de cultura para este desangrado pueblo, de lo contrario, sólo nos llenaremos de tristes hojas en blanco llenas de promesas, leyes sin mando y pueblo sin paz.