Buena parte de mi vida me la he pasado creyendo que si uno da, recibe. Y no es necesariamente cierto.
Permítanme me explico. A sabiendas de que este blog sólo tiene sentido por la obstinación de su autor y no por el número de lectores que tenga, me atrevo a contar una historia y, con ella, exorcizar mis demonios. Hace algunos días, una mujer me dejó. La mujer que más he amado jamás me echó; terminó conmigo una muy buena relación y me dejó vuelto mierda.
El nombre de ella realmente no importa: pudo haber sido cualquiera quien me hubiera destrozado como ella lo hizo. Aún así la amo, y aunque sé que ese sentimiento no es mesurable, la amo mucho. Le he entregado lo mejor de mí incluyendo, si se quiere, un poco de mi cursilería.
Me deja porque dice ya no quererme. No le creo. Tal vez le puedo creer que ya no sienta lo mismo por mí y es apenas lógico si se tiene en cuenta que yo he sido el novio con quien más ha durado; que en ese orden de ideas, se pueda decr que sus sentimientos han cambiado, pero no quiero creerle que ya no me quiere porque dos días antes de terminarme era la mujer más tierna y apasionada de este mundo.
Dice también que me deja porque no quiere hacerme daño, pero creo que ella no entiende que me hace más daño al dejarme. Tampoco entiende que me duele profundamente que ella haya dejado tanto atrás por lo que, a primera vista, parece una pataleta.
Ya sé que hay alguien más, y no la juzgo por ello. Es más, dice que aunque me deja, no lo hace porque quiera estar con él. Y le creo. Aunque en esta situación uno quiere echarle la culpa a alguien, ese alguien es ese otro.
Quisiera que ella se diera cuenta de cuánto pierde. Yo ya sé que es lo que pierdo: una mujer muy grande a quien amo. Ella, aunque sabe que me está perdiendo, no quiere hacer nada por detenerlo. ¿Por qué? Para ser sincero, pareciera que ni ella misma sabe. Sólo se deja llevar por lo que su aribulado corazón le dice.
En últimas, y con el corazón cada vez más roto, termino por señalarles algo que ella me dijo como muestra de sus sentimientos: ella prefiere saber más adelante que perdió al hombre de su vida que saber que la está cagando con él. ¿Cagando cómo? Se supone que yo debería ser el ofendido, pero no sé ella cómo la estuvo cagando.
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