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El homicidio en la religión

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LA MATA QUE NO MATA

A más de 15 años desde la muerte del capo de capos, Pablo Escobar en el tejado de una casa en el occidente de Medellín, Colombia muestra no haber aprendido las lecciones de una guerra perdida: la guerra contra el narcotráfico. Muestra de ello es que desde hace ya unos meses se viene escuchando en la radio una cuña en la que una dizque niña con dice con vocecita risible “no cultives la mata que mata”(?). Me molesta porque semejante tanto la niña como cuñita son falaces, idiotas, irresponsables e indolentes. Falaz porque ningún árbol, arbusto, fronda, ramaje, matojo, pasto, mata, maleza, o como quiera que le llame, mata. Realmente matan (y torturan, y despedazan) quienes quieren defender sus plantíos de esa mata, laboratorios en donde se la procesa y negocios por medio de los cuales se vende, tal y como lo hiciera Escobar en su tiempo y la guerrilla y paramilitares hacen actualmente. Basta con recordar las decenas de carros bomba que el Cartel de Medellín hizo explotar en la capital pa

Matar

Una riña en una calle de Bogotá termina con un perro muerto; un reclamo por el nivel de la música en una fiesta en Bogotá termina con un muerto; una fiesta de Halloween entre yuppies bogotanos termina con un muerto; la llegada de un joven a Medellín a celebrar el año nuevo termina con él muerto; una rumba en un bar de Cali termina con ocho muertos; la reclamación de una líder de víctimas en Medellín termina ella muerta; el retorno de un periodista a su pueblo en Antioquia termina con él muerto. Los relatos de los colombianos están cruzados por la violencia. Pero no hablo de una fuerza externa que nos posea, del etéreo ‘mal’ de los creyentes, sino de una aparente necesidad de matar, de unas ganas que llevamos en las venas de arrancarle la vida a los otros. Desde la ventana por la que se escapó Bolívar de una cita con la parca, pasando por el fusilamiento de Policarpa Salavarrieta y los hachazos que mataron a Rafael Uribe Uribe, hasta bombas inteligentes que mataron a Alfonso Cano,

Eso de ser buen amante

Después de preguntarme si yo era -o más bien soy- un buen polvo ingresé a la mayor red de basura en el mundo, y no era precisamente el depósito de residuos sólidos, era: Internet. Con algo de temor de darme cuanta de algo que no quería saber digité en Google "buen amante". Lo que encontré fue un montón de basura...yo sabía que eso iba a pasar. Ingresé a algunos de los vínculos y ví que los decálogos que allí sugieren los cumplo a cabalidad. Seguro usted, extraño lector, pensará "Este pendejo dice ser un 'buen polvo' cuando sabe que no lo es...", pero le respondo: ¿para qué me hincho las bolas con alguien que no me conoce y, seguro, no conoceré? Eso me da algo de credibilidad. Pero, volviendo al tema, sabiendo que podía ser una basofia y que por tanto, podría estar dejándome llevar de unas mujeres que en algún momento quedaron satisfechas con cualquier 'polvillo' me arriesgué a leer algunas cuitas. Así que digité nuevamente en Google "