Ir al contenido principal

¿Feliz cumpleaños?

Hace poco, conversando con una familiar de fina pelambre uribista, me encontré nuevamente con que “hay que agradecerle mucho a Uribe” puesto que, dicho sea de paso, “ha sido el mejor Presidente que ha tenido Colombia”.

Con el fin de marcar mi disenso con argumentos y no ser señalado como un paria —puesto que oponerse a la figura de Uribe puede convertirlo a uno en un opositor, en un ‘idiota útil’, o ‘en un terrorista vestido de civil’— traté de matizar tales expresiones al decir que hubo un sinnúmero de actuaciones del Ejecutivo en los últimos ocho años que, si bien no fueron sancionadas en su momento, deben ser analizadas.

Sirvió de poco. Ella estaba obnubilada por la figura presidencial. Tuvo el atrevimiento de sostener que casos como las chuzadas del DAS, precedidas por las de la Sijín, la parapolítica, las ejecuciones extrajudiciales, los enfrentamientos con las altas cortes, la irregular asignación de fondos públicos con Agro Ingreso Seguro, el bombardeo a suelo vecino, la irregular captura de ‘Granda’, el atraso en la infraestructura vial, la avara ruptura de la cadena de custodia sobre el computador de ‘Raúl Reyes’, el pago de favores políticos con notarías, la errada asignación de Carimagua a empresarios palmicultores, la paralización de la agenda del Congreso por cuenta del referendo reeleccionista, la yidispolítica y las altas cifras de desempleo eran invención de opositores que le endilgaban cosas que no le corresponden.

¿Ah sí?, me pregunté yo y maldije su inocencia mientras evadía la obligación de explicarle la responsabilidad en cada uno de ellos por parte del huésped de la Casa de Nariño.

Preferí no pelear; supe que ella no era terreno apto para la discusión con argumentos sino que terminaríamos igual de opuestos pero un poco más molestos. Opté por respetar el hecho de que ella, al igual de cientos —y por qué no, millones— de personas satisfechas con un gobierno altamente ineficiente saldrá a darle un muy feliz cumpleaños al “mejor Presidente de Colombia”. Yo, mientras tanto, cuestionaré que así sea. Eso sí, en caso de que así fuera, sería fácil concluir “¡qué pobre es nuestra historia republicana!”.

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA MATA QUE NO MATA

A más de 15 años desde la muerte del capo de capos, Pablo Escobar en el tejado de una casa en el occidente de Medellín, Colombia muestra no haber aprendido las lecciones de una guerra perdida: la guerra contra el narcotráfico. Muestra de ello es que desde hace ya unos meses se viene escuchando en la radio una cuña en la que una dizque niña con dice con vocecita risible “no cultives la mata que mata”(?). Me molesta porque semejante tanto la niña como cuñita son falaces, idiotas, irresponsables e indolentes. Falaz porque ningún árbol, arbusto, fronda, ramaje, matojo, pasto, mata, maleza, o como quiera que le llame, mata. Realmente matan (y torturan, y despedazan) quienes quieren defender sus plantíos de esa mata, laboratorios en donde se la procesa y negocios por medio de los cuales se vende, tal y como lo hiciera Escobar en su tiempo y la guerrilla y paramilitares hacen actualmente. Basta con recordar las decenas de carros bomba que el Cartel de Medellín hizo explotar en la capital pa

El otro debate de género

Las últimas décadas han dejado un reconocimiento cada vez más importante en los derechos de las mujeres. Las campañas contra la violencia doméstica, la discriminación salarial y en favor del reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos les han garantizado a una porción cada vez más grande de mujeres una serie de beneficios que les eran negados. Aunque falta mucho por hacer. Las mujeres siguen sin tener pagos equivalentes a los de los hombres por idénticos trabajos; tienen jornadas más largas dentro y fuera del hogar que sus compañeros hombres y son objeto de agresiones físicas, verbales y sexuales en distintos escenarios de la vida mientras que la justicia no procesa a los atacantes. Además, son presionadas para cumplir estándares culturales de belleza homogeneizantes, son tratadas como objetos sexuales y, lo que es la peor muestra de hipocresía como sociedad, son tratadas como 'putas' cuando expresan su erotismo de manera libre. La lucha por los derechos de las

Matar

Una riña en una calle de Bogotá termina con un perro muerto; un reclamo por el nivel de la música en una fiesta en Bogotá termina con un muerto; una fiesta de Halloween entre yuppies bogotanos termina con un muerto; la llegada de un joven a Medellín a celebrar el año nuevo termina con él muerto; una rumba en un bar de Cali termina con ocho muertos; la reclamación de una líder de víctimas en Medellín termina ella muerta; el retorno de un periodista a su pueblo en Antioquia termina con él muerto. Los relatos de los colombianos están cruzados por la violencia. Pero no hablo de una fuerza externa que nos posea, del etéreo ‘mal’ de los creyentes, sino de una aparente necesidad de matar, de unas ganas que llevamos en las venas de arrancarle la vida a los otros. Desde la ventana por la que se escapó Bolívar de una cita con la parca, pasando por el fusilamiento de Policarpa Salavarrieta y los hachazos que mataron a Rafael Uribe Uribe, hasta bombas inteligentes que mataron a Alfonso Cano,