Últimamente he visto con algo de preocupación una serie de comportamientos irresponsables, estúpidos y obviamente peligrosos de la mayoría de los medellinenses al momento de conducir su vehículo automotor de dos ruedas, llamado también moto –que si se quiere además, ‘cicleta’-.
Estos comportamientos van desde conducir sin casco, a sabiendas del peligro que implica semejante estupidez; pasando por la conducción en estado de embriaguez; hasta la competencias de velocidad, piruetas y malabarismo, situaciones que suelen ser unidas por un sólo animal en dos ruedas en un sólo día de ciega e irresponsable manejo.
La situación se ha hecho inmanejable. Es habitual en la ciudad escuchar en horas de la noche –y no eximo de este tipo de aptitud irresponsable el día- motos que por su sonido y la velocidad en la cual se desplazan la le hacen a uno a compadecerse del horror que representa la urgencia sanitaria permanente (líquida, sólida o la mezcla de ambas) que tienen los pobres motociclistas al momento de circular por las calles. También es relativamente común ver en algunos sitios de la ciudad improvisados maromeros que a fuerza de piques, arrancones, frenazos y quemadas de llantas, fijan su statu quo dentro del grupo de pendejetes que lo conforman de la misma manera como los primates (no tan imbéciles primos lejanos de esta irracional especie) ascienden en la estructura social de su comunidad asicalándose unos a otros.
Aunque si bien el futuro gástrico y socioestructural de los aparentemente laxados motociclistas me interesa -aunque suene falso, sí me inporta-, me preocupa más la seguridad de los peatones ya que éstos no hacen no son merecedores del peligro que se les cierne al momento de cruzar una calle por donde pasan los lucidos cirqueros birrotativos en un barrio donde no hay semáforos, ni resaltos –policías acostados- y mucho menos agentes de tránsito holgazanes.
Me pregunto, esperando una respuesta del más allá…del Internet: ¿es necesario morirse para darse cuenta que se necesita [o necesitó] en todo momento del casco? ¿Acaso no es más inteligente NO EXPONER la seguridad de otros por las payasadas mías al manubrio? ¿Es tan difícil reconocer motociclista imbécil –al que le caiga el guante…- que no sos un dios como para creer que sos inmune a la muerte mientras estás en tu ridícula, ruidosa y mal usada moto? ¿Por qué carajos creés que tu “habilidosa” forma de manejar tu moto, so gran güevón, va ha compensar las deficiencias sexuales con las cuales sos incapaz de atraer a una fémina? ¿Tendrás que matar a un niño para darte cuenta de que no sos más por andar empotrado en una moto con una mujer detrás a mil por hora? Pensá motociclista, no es tan difícil: si te querés matar, hacelo sin llevarte por delante la vida de alguien más. Si querés tu pútrida existencia algo más, dejá de pensar con las que te cuelgan en la mitad.
La situación se ha hecho inmanejable. Es habitual en la ciudad escuchar en horas de la noche –y no eximo de este tipo de aptitud irresponsable el día- motos que por su sonido y la velocidad en la cual se desplazan la le hacen a uno a compadecerse del horror que representa la urgencia sanitaria permanente (líquida, sólida o la mezcla de ambas) que tienen los pobres motociclistas al momento de circular por las calles. También es relativamente común ver en algunos sitios de la ciudad improvisados maromeros que a fuerza de piques, arrancones, frenazos y quemadas de llantas, fijan su statu quo dentro del grupo de pendejetes que lo conforman de la misma manera como los primates (no tan imbéciles primos lejanos de esta irracional especie) ascienden en la estructura social de su comunidad asicalándose unos a otros.
Aunque si bien el futuro gástrico y socioestructural de los aparentemente laxados motociclistas me interesa -aunque suene falso, sí me inporta-, me preocupa más la seguridad de los peatones ya que éstos no hacen no son merecedores del peligro que se les cierne al momento de cruzar una calle por donde pasan los lucidos cirqueros birrotativos en un barrio donde no hay semáforos, ni resaltos –policías acostados- y mucho menos agentes de tránsito holgazanes.
Me pregunto, esperando una respuesta del más allá…del Internet: ¿es necesario morirse para darse cuenta que se necesita [o necesitó] en todo momento del casco? ¿Acaso no es más inteligente NO EXPONER la seguridad de otros por las payasadas mías al manubrio? ¿Es tan difícil reconocer motociclista imbécil –al que le caiga el guante…- que no sos un dios como para creer que sos inmune a la muerte mientras estás en tu ridícula, ruidosa y mal usada moto? ¿Por qué carajos creés que tu “habilidosa” forma de manejar tu moto, so gran güevón, va ha compensar las deficiencias sexuales con las cuales sos incapaz de atraer a una fémina? ¿Tendrás que matar a un niño para darte cuenta de que no sos más por andar empotrado en una moto con una mujer detrás a mil por hora? Pensá motociclista, no es tan difícil: si te querés matar, hacelo sin llevarte por delante la vida de alguien más. Si querés tu pútrida existencia algo más, dejá de pensar con las que te cuelgan en la mitad.
Comentarios
¡¡he dicho, carajo...!!
haa... y lo anterior es una broma... adividne de quien??
sus escritos estan buenos....