Desde hace mucho en Colombia se ha hecho evidente el enorme cisma político entre sus habitantes. Basta con ver cómo los espacios dados en los medios de comunicación en Internet se han convertido en carnicerías. Al verlos, noto cuán agradable puede ser para la mayoría de los colombianos un mandatario como Álvaro Uribe: beligerante, agresivo, irresponsable, violento, guerrerista...
Y eso que sólo menciono la violencia dialéctica que tenemos los colombianos en temas políticos. Qué tal hablar de el tema de los secuestrados. Mientras hay algunos que nos abstenemos de hacer comentarios acerca del futuro del conflicto interno, otros prefieren decir irresponsablemente (siguiendo el ejemplo del Canciller Fernando Araújo) que los secuestrados se encuentran en suelo venezolano y que Chávez será quien los libere porque el es guerrillero.
Es más, llega a ser tanta nuestra ignorancia política que se llega a afirmar (siguiendo el ejemplo de nuestro voluble Jefe de Estado) que cualquier señalamiento en contra de Él (la mayúscula es voluntaria, por Su Santidad Álvaro Uribe) es una atentado contra la patria. De igual modo, pareciera que Uribe representara a un pueblo podrido por la violencia, en donde el visión es mono color: "o estás conmig, o estás contra mí". Bajo esta premisa es fácil concluir para cualquier obtuso (y aquí si que hay muchos) que si se es de oposición se es guerrillero, o que si se es progobiernista se es paraco.
Tenemos que darnos cuenta que esa guerra en contra de la cual estamos la mayoría no tendrá fin si no paramos la radicalización del discurso y la satanización del opositor. Es cierto que cada quién, como dirían las abuelas, 'tiene su guardado', pero eso no justifica el accionar violento en contra de él. Las instituciones deben funcionar, y sólo si confiamos en el buen funcionamiento de ellas (acompañado, claro, de la veeduría constante) podremos detener este círculo violente y enfermizo en el cual nos hemos sumido, y peor aún, pareciera que no quisieramos abandonar.
Y eso que sólo menciono la violencia dialéctica que tenemos los colombianos en temas políticos. Qué tal hablar de el tema de los secuestrados. Mientras hay algunos que nos abstenemos de hacer comentarios acerca del futuro del conflicto interno, otros prefieren decir irresponsablemente (siguiendo el ejemplo del Canciller Fernando Araújo) que los secuestrados se encuentran en suelo venezolano y que Chávez será quien los libere porque el es guerrillero.
Es más, llega a ser tanta nuestra ignorancia política que se llega a afirmar (siguiendo el ejemplo de nuestro voluble Jefe de Estado) que cualquier señalamiento en contra de Él (la mayúscula es voluntaria, por Su Santidad Álvaro Uribe) es una atentado contra la patria. De igual modo, pareciera que Uribe representara a un pueblo podrido por la violencia, en donde el visión es mono color: "o estás conmig, o estás contra mí". Bajo esta premisa es fácil concluir para cualquier obtuso (y aquí si que hay muchos) que si se es de oposición se es guerrillero, o que si se es progobiernista se es paraco.
Tenemos que darnos cuenta que esa guerra en contra de la cual estamos la mayoría no tendrá fin si no paramos la radicalización del discurso y la satanización del opositor. Es cierto que cada quién, como dirían las abuelas, 'tiene su guardado', pero eso no justifica el accionar violento en contra de él. Las instituciones deben funcionar, y sólo si confiamos en el buen funcionamiento de ellas (acompañado, claro, de la veeduría constante) podremos detener este círculo violente y enfermizo en el cual nos hemos sumido, y peor aún, pareciera que no quisieramos abandonar.
Comentarios
Es probable que las cosas no cambien ni hoy ni mañana, el panorama es poco alentador, y este feo paradigma de pensamiento es algo que probablemente se postergará gracias a los ciclos de pobreza ignorancia y perdición que esta creando la nueva generación de jóvenes y padres...pero, ya somos dos pensando diferente...y por algo se empieza.